El comienzo del día prometía una buena jornada, pero a las dos horas de caminar, los dolores musculares empezaron a torturar, el andar se hizo mucho mas lento, y la carga mucho mas pesada, hasta llegar al punto de preguntarme ¿Qué carajos estoy haciendo aquí? La etapa de negación llegó, la cual debo atravesar si quiero continuar. Así es el camino hacia el interior, duro, retador, inquietante y sorpresivo, pero sigo en pie, no me puedo dejar vencer por las dificultades del camino.
Una cosa si que me queda clara, cuando uno necesita ayuda, mas vale pedirla; al final de la jornada casi que no podía dar un paso mas, y mi hermano muy amablemente me ofreció llevar mi mochila, lo cual alivio bastante la llegada. El día de hoy mi hermano y mi padre fueron mis héroes, el primero por ayudarme con la carga y el segundo por no dejarme atrás.
Para recordar: es bastante motivante encontrar personas que te dan ánimos para seguir adelante, una sonrisa, un saludo, una palabra, siempre es buen alimento para el espíritu.
Buen aprendizaje
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